domingo, 11 de marzo de 2007

Treinta y tres grados seis décimas

Las baldosas traban el andar de Carmen, Carmen es mi bisabuela.
Cada dos o tres pasos, uno de sus tacos se entierra entre ladrillos.
Como una ceremonia interminable, esquiva las plantas, las sillas y las personas que quedaron durmiendo en la galería.
Con delicadeza, acerca una lámpara a las distintas caras, y les recita en francés, antiguas canciones de cuna.
Poco a poco va dominando la oscuridad y cuenta las lámparas que debe encender, la suma se mantiene en catorce desde hace treinta y ocho años.
Es muy importante utilizar kerosene, porque aunque parezca mentira, todavía queda olor a muerto.
Carmen es miedosa y piensa que la luz los alejará si se acercan.
Antes que la luna esté en lo más alto del cielo, hay que iluminar los recuerdos. Ese es el motivo por el que corre angustiada.
Hace equilibrio sobre macetas y va iluminando porciones de pared blanca.
En ese momento siente un gran alivio, sólo quedan seis lámparas.
A medida que la luz construye una casa inmensamente lejana, resalta la ropa negra de Carmen. Un rosario de plata se balancea lastimándole el cuello, hasta arrancarle grititos de placer. El placer aumenta junto con los gritos.
Sin saber porqué, trata de hacer silencio.
A medida que lo logra, siente un peso delicado que masajea su espalda, la respiración se le corta y un aire tibio le calienta el cuello.

- Carmen...
- ¿ Sos vos ? (Dijo tapándose la boca con ambas manos).
- Discúlpame el susto, pero es el único momento en que te puedo ver.
- ¿Cómo estás Sebastián?
- Muerto... como todo el mundo. Aparte, yo no me llamo Sebastián.
- ¡Entonces, saque sus manos, ¿para qué vino?
- Para lo que todos.

Con suavidad de serpiente, el brazo derecho de Carmen se escondió en un bolsillo. De la misma forma sacó un brillo plateado, ante la ignorante mirada del visitante; cortando el aire en cien pedazos, manchó las paredes con sangre. Lentamente, secó sus manos en la ropa del muerto, y arrastrándolo con maestría lo sentó en la galería junto con los que duermen.

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